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Día del retirado

Noviembre, 2021

En la mañana del 8 de noviembre, se celebró un nuevo Día del Retirado de la Fuerza Aérea Uruguaya. Aunque en esta oportunidad se llevó a cabo el 8 de noviembre, originalmente se realiza cada 6 de noviembre, ya que esa fue la fecha en la que pasó a situación de retiro obligatorio el Gral. Cesáreo Berisso, pionero de la aviación nacional, tras cumplir sesenta años de edad.

Esta actividad se desarrolló, como es tradicional, en la Escuela Militar de Aeronáutica (EMA) y fue presidida por el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Gral. del Aire Luis De León. Luego de pasar revista a los efectivos presentes, se procedió a entonar el Himno Nacional. A continuación, se leyó la Orden del Comando General y el Cnel. (Nav.) Fernando Morencio hizo uso de la palabra. Posteriormente, se hizo entrega de un galvano y una medalla al homenajeado, el Cnel. (ST) Carlos González, quien ingresó a la Fuerza Aérea Uruguaya a principios del año 1983 y pasó a situación de retiro el pasado mes de abril, estando ligado a la Fuerza durante casi cuatro décadas. Para finalizar, el homenajeado hizo uso de la palabra y una formación de T-260 sobrevoló las instalaciones del Instituto.

Palabras del Cnel. (ST) Carlos González

Señor Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Señores Oficiales Generales, Señores Oficiales Superiores, Señores Oficiales Jefes, Señores Oficiales Subalternos, Damas y Caballeros Cadetes, Jóvenes Aspirantes, Personal Subalterno, querida Tanda Vampiros 83, Familiares y Amigos: 

Hoy bajo nuestro cielo patrio y el resplandor de las alas de nuestra Aviación Militar, asisto a esta ceremonia de un honroso relevo, el de la guarnición de la actividad constante, al de las Bases Aéreas del retiro; siendo un privilegio para mí ya que me despiden dos compañeros de tanda, uno Comandante en Jefe y otro Brigadier General, gracias Luis y Fernando. Es así que, en este día tan especial, me separo luego de una larga y vasta trayectoria de servicio, agradeciendo a la Fuerza Aérea toda y resaltando que, como Soldados, hemos compartido experiencias, nos conocimos y nos entendimos, por ello creo que a través de mi discurso tanto este Servidor, como aquellos que confirman su honor a la Patria, seguiremos leal a ella. 

Pero permítanme orientar mis palabras a las nuevas generaciones, al Cuerpo de Alumnos de este Instituto, mí recordada y querida Escuela Militar de Aeronáutica, que hoy me honra con su distinguida y gallarda formación. 

En la carrera militar hay dos momentos que son cruciales e inolvidables, el primero es cuando nos apartamos de la familia para ingresar a un ambiente en extremo exigente, disciplinado y en ocasiones extenuante. Solo aquellos con verdadera vocación de Soldados sobreviven porque, como hombres de honor, nos sentimos impulsados a practicar una vida dominada por la virtud, la razón, el sacrificio y la ausencia de bienes materiales. 

Múltiples pruebas se presentaron en el camino, cada una de ellas fue templando el carácter y formando el pensamiento; porque solo aquellos que se preparan y entrenan para afrontar situaciones de riesgo, y que dejan sus mejores años para servir, entienden que lo más valioso que un hombre posee es la vida; que esta solo se nos da una vez y por ello hay que aprovecharla, de manera que los años vividos no nos pesen y que muriendo podamos decir: he consagrado toda mi vida y todas mis fuerzas a enaltecer mi Patria y mí Bandera, pero por sobre todo amar a mí Familia. 

La familia sufrió siempre nuestra ausencia, la incertidumbre de nuestro destino, la convicción de que hay que aprender a ser autosuficientes ya que la guía, y la fortaleza del hogar, muy pocas veces está presente; nuestras esposas e hijos aprenden a sobrevivir, a ser fuertes e irradiar esa fortaleza al jefe del hogar para que este nunca flaquee. 

Con el tiempo se aprendió que un Soldado no es un concepto absoluto, es relativo a la persona que lo mira, que lo rodea, de acuerdo con su manera de pensar, o según el momento en que lo mire. Por ello se ha valorado muy bien el significado de un adiós, un fuerte abrazo, una esposa triste, una madre lejana, una novia anhelada, un retrato ajado, una carta escrita con lágrimas, una fecha especial y una esperanza lejana; como Soldados del Aire conocimos el hambre, el cansancio, la sed de un beso, el calor de la turbina, el estruendo de un fusil y nos imaginamos el frío de la muerte de la Escuadrilla del Silencio. 

Hoy podré compartir esas historias, trasladar la experiencia, dar ese consejo que servirá de guía y con el ejemplo contribuir a la edificación de una Patria mejor. La huella queda marcada en esta Fuerza que hoy me reconoce y es esta ese segundo momento crucial e inolvidable de que hablaba en un principio; el retorno a casa, a la casa que casi nunca me tuvo. 

Con el ocaso de mí carrera militar, aprendí que lo que hacen al hombre, son sus obras y obra se hace cuando servimos, cuando enseñamos con el ejemplo, cuando instruimos, cuando volamos, cuando aseguramos un recurso, cuando desinteresadamente sacrificamos tiempo, comodidades, salud y vida por nuestra nación; les aseguro todo eso no fue en vano.

Este acto de despedida nos demuestra que los Soldados de ayer y de hoy somos los mismos, que el paso del tiempo es solo eso, porque como ya lo dije: lo que prevalece, lo que perdura en nuestros corazones, aunque el cuerpo nos traicione, es el amor a la Patria; esa es y será por siempre la fuente de inspiración de todos los que hemos portado y aún portan el uniforme militar. 

“Actuales y futuros guías y laderos, custodias a los flancos, gracias por su esfuerzo, su dedicación, comprensión y sacrificio; como predecesor y aun a los que están con las botas puestas, les digo hasta pronto, porque aquí, donde sea y en la condición que sea, seremos siempre Soldados.

A esta Fuerza Aérea, mi querida FAU, le agradezco y la convido a seguir adelante y redoblar esfuerzos; ha sido un honor dirigirme a ustedes”.